A cualquiera puede sucederle. Como decían los antiguos, errare humanus est; qué básicamente significa que todo el mundo mete la pata de vez en cuando.

No es habitual, pero cuando manejas gran cantidad de aparatos tecnológicos puede pasar que alguno falle. Cuando son 300 focos, 2 line array, 14 monitores y 2 proyectores, las posibilidades aumentan. Si añades 48 micrófonos, 3 fuentes de video, un power point, un generador auxiliar, dos mesas de sonido y dos de luces las probabilidades vuelven a aumentar.

A los grandes, muy grandes les pasa.

Porque somos humanos. Y por mucho que nos esforcemos no podemos preverlo todo (qué la vamos a hacer). Pero incluso así, a veces no somos nosotros, si no la tecnología. Seguro que alguna vez se te ha colgado el portátil. Pues imagina con una pantalla formada por 150 tiles. Con 13 kilómetros de cables y 750 conectores de todo tipo. ¿Qué falla? ¿Dónde está el problema?

La auténtica profesionalidad no está en no fallar (algo que tarde o temprano es inevitable). Si no en saber reaccionar con calma y rapidez y solventar el fallo. Ahí es donde se demuestra el auténtico valor de un equipo.